sábado, 10 de enero de 2009

INTRODUCCIÓN

Una porción considerable del Nuevo Testamento (NT) está constituida por cartas, a diferencia de lo que ocurre con el Antiguo Testamento (AT). Este género literario (la carta) era muy usado en la época cuando se escribió el NT. Sin embargo, no se trata aquí simplemente de seguir una moda. Las cartas de Pablo y de los otros apóstoles fueron escritas para hacer frente a necesidades de muy diverso tipo, que surgían a causa de la rapidez y la amplitud con que se difundia la fe cristiana. Como se relata en el libro de Hechos, el anuncio del evangelio no quedó reducido a los límites de un grupo pequeño de personas o de un país, sino que muy pronto llegó a muchas personas de diferentes clases sociales y de diversos países y culturas.

La predicación del evangelio se había hecho originalmente de viva voz, y los que abrazaban la fe cristiana se unían formando comunidades o iglesias. los predicadores iban de un lugar a otro anunciando a Cristo en muy diversas regiones del mundo conocido en el siglo I. A veces, cuando se encontraban muy lejos, necesitaban comunicarse con algunas de esas comunidades cristianas para instruirlas más en la fe, para animarlas y exhortarlas, y también para corregir deficiencias. Las cartas eran el medio de continuar esa labor pastoral con personas ausentes. Constituían, además, una excelente manera de hacer que esas instrucciones quedaran consignadas de forma permanente.

Las cartas del la época del NT tenían una forma literaria propia, distinta de la forma que suelen tener las que se escriben actualmente. Se comenzaba con un saludo, en el cual se mencionaba, en primer lugar, al autor, luego al destinatario o receptor de la carta y en seguida se añadía el saludo propiamente dicho, expresado a veces como deseo (cf., por ejemplo, 1 Ts. 1:1).

Después del saludo venía generalmente la acción de gracias a Dios. También en el NT se encuentra con frecuencia esta acción de gracias, pero casi siempre con un profundo contenido (cf. 1 Ts. 1:2-10).

Seguía luego lo que suele llamarse el cuerpo de la carta, de longitud variable. Aquí se trataban los asuntos principales de la forma que el autor consideraba conveniente, según las necesidades del caso (cf. 1 Ts. 2:1-5:24).

Las cartas se cerraban con una despedida. En ella solían incluirse tanto los saludos a personas conocidas del autor, que vivían en el mismo lugar del destinatario, como los saludos de las personas que estaban con el autor (cf. 1 Ts. 5:25-28).

Ninguna de las cartas del NT puede considerarse en sentido riguroso como "carta privada" o puramente personal. La más personal de todas es la carta de Pablo a Filemón, y, sin embargo, también se incluye en ellas a otras personas (Flm. 1-2).

El orden en que aparecen las cartas en las ediciones actuales de la Biblia no es el cronológico. En los manuscritos antiguos el orden no es siempre el mismo.

Están primero las cartas de Pablo. De estas, ocupan el primer lugar (ordenadas según su decreciente extensión) las cartas dirigidas a comunidades; después vienen las cartas escritas a personas individuales.

El orden en que están los otros grupos de cartas (carta a los Hebreos, carta de Santiago, Pedro, Juan y Judas) no parece obedecer a una razón interna especial.